Ahora sí. Llegamos a la conclusión del lesbirelato ganador de nuestro concurso: 🙂

Haizea se quedó sorprendida por un momento, porque aquella mujer no había parado de hablar
después del tercer trago al vaso, cuando se tranquilizó un poco y dejó de estar roja. La miraba divertida,
porque Hannah estaba completamente absorta escuchando la canción, y estaba preciosa con aquella
media sonrisa, con la emoción en los ojos, y sus labios susurrando la canción. Sus labios. . . no podía
dejar de mirarlos, y puede que eso fuese lo que le infligió la necesidad de tocarla, o puede que tuviese
ganas de besarla desde que la vio marcharse corriendo hacía un mes en el parque.

Otro pequeño empujón fortuito y sus manos se rozaron. Haizea no hacía caso a la canción, sólo
sentía la mano de Hannah tocando la suya, porque ninguna de las dos la había separado. Cuando los
últimos acordes de la canción flotaban aún en el aire y el resto de la sala gritaba y aplaudía, Hannah se
giró y se topó con unos ojos verdes que buscaban los suyos. La miraban nerviosa, como si dudaran, y
al notar esa duda, ese nerviosismo que no había notado hasta el momento, o puede que fuese porque la
canción le había dado el valor que le faltaba, Hannah se fue acercando despacio hasta que sus cuerpos,
su boca, sus labios, se juntaron.
Empezó a sonar ‘Mr Golden Deal’ en el mismo momento que sus bocas se abrieron y sus lenguas
se rozaron por primera vez. Ambas sintieron un escalofrío en ese momento, sin saber realmente si era
suyo o de la otra, pero no dejaron de besarse.
Besos, sonrisas y caricias furtivas, fueron los que las entretuvieron el resto del concierto y el primer
bis de la banda. Pero cuando en un momento Hannah mordió el cuello a Haizea, ésta no se pudo
contener y le dijo separándola ligeramente:

– Hannah.- Dijo Haizea casi sin respiración de lo excitada que estaba.
– Dime,.- dijo Hannah completamente aterrorizada ante la idea de que Haizea la iba a rechazar,
aunque hacía segundos no parecía que no quisiera seguir.
– Creo que por mucho que me guste Tonic, deberíamos marcharnos de aquí y olvidarnos del último
bis, porque aún a riesgo de que pienses que estoy completamente salida, necesito quitarte la ropa.
– Jajajaja. ¿Dónde vamos? .- Dijo Hannah armándose de valor. No tenía muy claro si las piernas
le temblaban de los nervios o de la excitación.
– Vivo a 10 minutos de aquí andando.
En ese preciso instante Unax se giró para ver donde estaba su amiga, porque hacía casi una hora
que se había marchado al baño y se estaba empezando a preocupar, cuando la vio salir apresurada
cogida de la mano de otra mujer.
– Bueno, espero tener la misma suerte que tú.- Dijo para si Unax
– ¿Has dicho algo Unax? .- Preguntó Marta
– Nada, sólo pensaba en voz alta. ¿Te está gustando el concierto?
En la calle, la gente se cruzaba con dos mujeres que a cada paso estaban apoyadas contra la pared,
sonriéndose y besándose. Corrían y se paraban de repente para besarse y morder sus labios, para hacer
menos larga la espera hasta llegar a casa de una de ellas. . .

En ese preciso momento…
– ¿Hannah?
– ¿Si?
– ¿Cómo me reconociste en el metro?
– Así que eras tú. No estaba segura de que lo fueras.
– Pero esa tarde fuiste al parque, te vi.
– ¿Me viste? ¿Y por qué no me dijiste nada? ¿Dónde estabas?
– Leyendo debajo de un árbol, cuando llegué al parque esa tarde, el banco estaba ocupado y luego
ya no me moví. Pero dime, cómo me reconociste? El primer día que nos vimos, apenas te pudo dar
tiempo a fiarte en mi con lo rápido que escapaste.- sonrió Haizea al ver que su amante se ponía roja.
– Capulla!! .-Rió al final Hannah, pellizcando el culo de Haizea .
– No, venga, en serio dímelo.
– La verdad es que te reconocí por los ojos. La primera vez que nos vimos, apenas me pude jar en
ti, pero sería imposible olvidar el momento en el que me miraste por primera vez. . . Tienes unos ojos
increíbles, y más aún cuando dices alguna maldad, porque los ojos también sonríen.
– Que exagerada, ya será para menos. . . Lo que quieres es que no te deje salir de mi cama en todo
el día por halagarme.- Dijo Haizea guiñándole un ojo a Hannah.
– Si sólo pudieras verlos. . .

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