Hay días en que te levantas y sabes que va a ocurrir algo, percibes que los planetas están a punto de alinearse y que flota en el aire una sensación de calma previa a un acontecimiento que afectará a tu vida de alguna manera. No sabes el qué ni el cómo ni el porqué, pero sí sabes con toda certeza que lo que tiene que pasar pasará antes de que termine la jornada. No sirve de nada asustarte, todavía desconoces si será bueno o malo, pero no puedes evitar actuar con precaución y poner los cinco sentidos en todo lo que haces para que “eso” no te pille desprevenida. Suena el teléfono.
-Coño, Berta, que no son ni las nueve…
-Es que tengo que contártelo, es muy fuerte, tía.
-¿El qué? ¿Anita Botellón ha sido vista de marcha en Chueca?
-Estaría bien, pero ya sabes que su secta se lo prohíbe.
-¿Entonces?
-Dicen que FNAC es el nuevo punto de encuentro entre lesbianas.
-Pues claro, menuda novedad, todo el mundo sabe que FNAC significa Féminas Naturalmente Amantes de Chichis… A ver, ¿se puede saber de dónde ha salido semejante tontería?
-Muy graciosa, tú, de buena mañana… Me lo ha dicho Clara. Ya sabes que ella se mueve mucho por el ambiente, y se ve que se comenta a todas horas.
-Vale, pero, ¿tú conoces a alguna que haya ligado en FNAC? Para entendernos, ¿tenemos cuerpo del delito o estamos ante otra leyenda urbana de la que todo el mundo habla sin que nadie conozca su origen ni su certeza?
-¡Y yo qué se! Yo sólo quería contártelo, mira que llegas a ser complicada, por Dios y la Virgen…
-Amén. Pues ya me lo has contado. Gracias, pero no me lo creo. ¿Me dejas desayunar?
-Vale, pero luego no digas que no te avisé. Esto podría ser algo muy gordo. Adiós.
Algo muy gordo, dice, lo que es muy gordo es que cualquier título de literatura lésbica sea enormemente difícil de encontrar en FNAC. Sin ir más lejos, mi mujer quiso regalarme por mi último cumpleaños Cuentos y Fábulas de Lola Van Guardia, de Isabel Franc, editado por Egales, y no lo encontró en FNAC Diagonal Mar, cuyo eslogan dice, por cierto, “Todo en tecnología y cultura”. ¿Todo? ¿Seguro? Eso sí, hizo el encargo y al cabo de una semana tuve el libro en mis manos, pero el día de mi cumpleaños no me quedó otra que “conformarme” con El Cuaderno del genial José Saramago, que es un libro fantástico, como todos los de este hombre inimitable -¿por qué no le clonamos?- pero que, evidentemente, no entra dentro de lo que denominamos literatura de temática lésbica.
Por eso no doy crédito al rumor que acaba de contarme Berta, así que decido olvidarlo y desayunar mientras abro el correo en mi ordenador portátil. ¿Y qué veo en la bandeja de entrada de Hotmail, entre una pila de mensajes? Nada más y nada menos que dos newsletters, una enviada por FNAC y la otra por la editorial Egales. Parece que la alineación planetaria ha comenzado y que la llamada de Berta también forma parte de la trama. Tengo miedo. ¿Cuál leo primero? Da igual, lo que tenga que sonar sonará, así que hago clic sobre la de Egales y me doy cuenta con asombro de que se centra precisamente en la falta de distribución y visibilidad de la literatura gay y lésbica fuera de los canales especializados. Transcribo literalmente parte del mensaje: “Durante los últimos catorce años, Egales se ha consolidado como la editorial de referencia en la publicación de literatura gay y lésbica en España y en Latinoamérica. Hemos apostado por la pluralidad y el respeto a las diversas formas de entender y vivir la cultura y la literatura. Much@s de vosotr@s, a través de vuestras librerías, habéis apoyado nuestra iniciativa y, por lo tanto, os agradecemos la confianza y el apoyo recibido; otr@s, en cambio, quizá por desconocimiento, quizá por prejuicios, habéis discriminado nuestros libros y, por lo tanto, a nuestros autor@s y lector@s. (…) Los lectores y lectoras de autores y autoras como James Baldwin, Concha García, Paul Monette, Roger Peyrefitte, Djuna Barnes, Rita Mae Brown, E. Lynn Harris, Alberto Mira, Isabel Franc, Monique Wittig, Luis Algorri, Patricia Nell Warren, Eduardo Mendicutti, Christopher Rice, Emma Donoghue, Luis Antonio de Villena, John Rechy, Luis Maria Todó, Jorge Marchant Lazcano y much@s otr@s os agradecerán que les facilitéis el acceso a sus textos.”. Visto.
Ahora voy a por la newsletter de FNAC, cuyo asunto resulta bastante más promocional: “Qerma, en Fnac.es lo último te está esperando”. Vaya, me conocen, o al menos saben mi nombre, y además me venden la promesa de proporcionarme lo más impactante, “todo en tecnología y cultura”, insisten, pero ya sé que ese “todo” es restringido, sobre todo después de mi experiencia con Isabel Franc y del mensaje de la editorial, y además no veo que el documento incluya ninguna novedad destacada sobre literatura lésbica. Si de verdad me conocieran, sabrían qué temas culturales me interesan, ¿no? Visto.
Visto lo visto, decido dar otra oportunidad a la cadena francesa, y lo primero que hago es averiguar que la sigla FNAC significa Fedération Nationale d’Achat des Cadres (Federación Nacional de Compras para Ejecutivos). No me extraña que hayan reducido un nombre tan feo a sus iniciales, aunque éstas tampoco son ninguna maravilla. Pues nada, que me voy al Centro Comercial Diagonal Mar, entro en FNAC y pregunto directamente a uno de los encargados del establecimiento por la sección de literatura gay y lésbica.
-No tenemos, -me dice, visiblemente nervioso-, antes sí que había, pero la quitaron.
-¿Por qué?
-Por escándalo público.
-¿Perdón?
-Es que venían muchas lesbianas.
-¡Pues claro!, ¿no tira la cabra al monte?
-Sí, pero es que venían a hacer cosas… ya sabe…
-A leer y a comprar libros, me imagino.
-No, bueno, algunas sí, pero otras, la mayoría, venían a lo que venían, dejaban notas entre los estantes, dibujaban corazones en las solapas de los libros, se recitaban unas a otras poemas de Cristina Peri Rossi y, si la cosa iba a más, incluso llegaban a las manos.
-¿Se pegaban? ¡Qué me dices!
-No, no, más bien lo contrario, se magreaban de lo lindo delante de todo el mundo. Y claro, la sección acabó convirtiéndose en Sodoma y Gomorra, y como la gente no es de piedra y se pirra por el morbo, cada día se montaban corrillos de mirones alrededor de la sección, todos eran hombres, por supuesto, y se pasaban las tardes enteras ahí, de pie, mirando y con las manos en los bolsillos del pantalón. Así que, sintiéndolo mucho, nos vimos obligados a eliminar la sección de literatura Gay y Lésbica, y no crea que fue fácil, a día de hoy todavía vienen algunos preguntando por “el rincón de las chicas”.
-Increíble… ¿Y ahora qué, no tenéis nada de literatura lésbica?
-Pues ahora, si quiere algún libro sobre esta temática tiene que buscarlo por el nombre de la autora, entre el resto de escritores.
En principio, no me parece una mala decisión, incluso me suena a normalidad, pero echo una ojeada y no veo el nombre de ninguna autora de literatura lésbica a la vista. Ya sé que la industria del libro ha cambiado mucho en los últimos años, que los libros son meros productos que compiten por un espacio y un tiempo de permanencia en las librerías, pero de ahí a no encontrar a ninguna de mis escritoras de referencia hay un abismo. Al menos una, como muestra, digo yo.
De Diagonal Mar me voy a FNAC El Triangle, en el centro de la ciudad, esperando tener más suerte y que la mayor afluencia de turistas juegue a favor de las letras lésbicas. Pero pronto me doy cuenta de que la situación no es mucho mejor. Después de mucho buscar, doy con el rótulo HOMOSEXUALIDAD ubicado en el departamento de Ciencias Humanas, junto a Antropología, Sociología, Estudios de Género y Violencia de Género. Vaya, habría jurado que la violencia de género es más propia de los heterosexuales, pero habrá sido sólo una impresión mía, nada más. En cualquier caso, se me cae el alma a los pies al observar que la sección HOMOSEXUALIDAD -¿soy yo o la palabra suena a eso, a Ciencia Humana, más que a literatura?- cuenta, como mucho, con quince títulos diferentes. ¿Y qué son quince títulos en el macro universo FNAC? Una gota en el océano.
Cuando ya me voy, dispuesta a llamar a Berta para decirle que su leyenda urbana no tiene fundamento, al menos a día de hoy, una mujer se planta a mi lado y empieza a rebuscar en HOMOSEXUALIDAD.
-¿Qué buscas?-, le pregunto.
-Algo de Rita Mae Brown. Me encanta.
-A mí también, pero no hay nada.
-Lo imaginaba, aunque nunca pierdo la esperanza de encontrar algo interesante en las librerías de supuesto prestigio. La literatura lésbica está perdida, al menos en FNAC El Triangle.
-Pues en FNAC Diagonal Mar, ni te cuento.
-¿Has ido a Illa Diagonal?
-No, ¿para qué?
-Es verdad. ¿Tienes pareja?
-Sí.
-Yo también. Llámala y nos vamos las cuatro de compras a Cómplices. Allí encontraremos de todo y estaremos como en casa. ¿Qué te parece?
-Elemental, mi querida desconocida.
Esta historia es mitad ficción y mitad realidad, y cualquier parecido con una u otra es mera coincidencia.
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