El sexo lésbico todavía está lleno de sombras, tabúes y prejuicios heterosexuales. Vivimos en una sociedad heteronormativa y falocéntrica que organiza a sus ciudadanos de forma jerárquica, en función de su cercanía o distanciamiento de lo genérico. Por otra parte, parece que aún arrastramos los obsoletos preceptos del casposo Freud, que sabría mucho de algunas cosas, pero de sexualidad femenina no tenía ni idea.

Su teoría sobre la diferenciación entre orgasmo clitoriano y vaginal ha llegado a afectar a muchas mujeres. El doctor clasificaba el orgasmo obtenido mediante la estimulación del clítoris como inmaduro, y sostenía que las mujeres que solamente llegaban al clímax por este medio, tenían un problema de frigidez. Por el contrario, el orgasmo alcanzado a través de la vagina mediante el coito era el propio de una mujer sana, equilibrada y madura. 

Prejuicios heterosexuales más comunes

Obviamente la hipótesis freudiana fue muy bien acogida por el sector masculino, ya que daba valor y relevancia al papel de la penetración en todas las relaciones sexuales. Sin embargo, esta clasificación de los tipos de orgasmos ha afectado a la autoestima de muchas mujeres. Y aún hoy quedan reminiscencias que llegan hasta el mundo lésbico.

El sexo lésbico no es real

Es un clásico de los prejuicios heterosexuales, y aquí podríamos hablar largo y tendido sobre el concepto de virginidad ligado al coito. Aún hay quien piensa, que una mujer lesbiana sigue siendo virgen si nunca ha tenido una experiencia heterosexual. Según esta idea, la verdadera iniciación al sexo solo te la puede ofrecer un hombre que te penetre. ¡Si ellos supieran! Es una pena que la educación sexual sea tan pobre y reducida. De esta forma, se ignoran muchas zonas erógenas del cuerpo y las prácticas y juegos eróticos más excitantes quedan relegados a preliminares de 10 min. Porque el concepto de relación sexual completa, incluye una penetración. Ya va siendo hora de cambiar el chip, ¿no?

No es como en el porno

Debería estar claro que el porno no refleja una realidad ni en el colectivo homosexual ni en el hetero. Pero es innegable que la pornografía tiene una influencia en el comportamiento sexual de toda una sociedad. Y además alimenta prejuicios heterosexuales. En este tipo de videos se alimentan todos los clichés posibles sobre lesbianas, como magreos sin sentido, tijeritas atléticas, dildos enormes y el imperdonable trío con un hombre que les va a hacer el favor de proporcionarles su maduro y ultra satisfactorio orgasmo vaginal.

Las lesbianas usan dildos porque echan de menos un pene

Esta se lleva la palma a la argumentación lógica. E indica un desconocimiento importante de la anatomía femenina. La mujer tiene una áreas de placer, unos días le apetece explorar aquí y otros días, allá. Resulta que la vagina tiene forma cilíndrica, por lo que, para estimularla, hará falta un objeto cilíndrico. Hasta ahí, bien, ¿no? Da la casualidad de que la mayoría de artilugios de este tipo a la venta en sexshops, simulan la forma de un pene, por que, repetimos, la sociedad es heteronormativa y falocentrica. Pero nos daría lo mismo que representase la torre Eiffel, o el Big Ben. No debería ser tan difícil de entender.

Por último decir que los prejuicios acerca de la sexualidad de las lesbianas en realidad afectan también a las mujeres heterosexuales.  Todas somos mujeres cuya libertad sexual ha sido oprimida durante siglos. Sigamos reivindicando el poder del clítoris y el placer femenino.