Nos han inculcado el mito de la media naranja y es una idea que tenemos asimilada, independientemente de nuestra orientación sexual. Sobre todo, las mujeres, a quienes nos han hecho creer que la búsqueda del amor de pareja debe ser nuestro primer objetivo y nuestra principal meta vital. Está estrechamente vinculado al concepto del amor romántico, con todas las vertientes tóxicas que acarrea.

La metáfora de la media naranja como fuente de decepción

Pensar que existe una persona que es la única, la ideal y la perfecta para nosotras, nos hace formarnos expectativas que dan lugar a muchas decepciones. ¿Y si era ella mi media naranja y la he dejado escapara? ¿Y si no voy a tener otra oportunidad de ser feliz?  Ante este tipo de pensamientos, conviene pararse y reflexionar acerca de lo que nos han enseñado y aceptar que tenemos mucho que desaprender. 

En primer lugar, hay que darse cuenta de lo dañino que es el mito de la media naranja. Esta forma de entender las relaciones amorosas implica considerar a la pareja como una extensión nuestra, como una pieza imprescindible sin la que nunca podremos estar completas. De esta manera, ponemos en duda nuestra propia capacidad para desenvolvernos por nosotras mismas en todos los aspectos de nuestra vida. Pero tiene otra consecuencia, y es que cargamos a la otra persona con la obligación de entender, de forma innata, nuestros deseos y necesidades, y por supuesto satisfacerlas. Al fin y al cabo, es nuestra mitad, ¡somos la misma persona!.

Consecuencias negativas 

Evidentemente esto tiene consecuencias nefastas. Es verdad que de primeras la metáfora de la media naranja suena muy tierna y bonita, pero a nivel práctico de lo que se está hablando es de llenar un vacío. Si creemos que la otra es nuestra mitad, y por ende, una extensión de nuestro cuerpo, tarde o temprano empezaremos a presionar para que cumpla con nuestras expectativas y actúe conforme a nuestras necesidades. Al fin y al cabo, cuando hemos interiorizado que existe una complementación perfecta, es normal que pretendamos que nuestra relación encaje como piezas de un puzzle. Al principio estamos sorprendidas por lo bien que nos hemos acoplado porque en esta etapa solo vemos lo positivo, pero cuando aparece la rutina y encajar requiere algo de esfuerzo, llega también un sentimiento de decepción y pérdida. Como sucede siempre que ponemos demasiadas expectativas en otra persona. 

Desmontando mitos para ser felices

Por lo tanto, es importante revisar este mito de la media naranja y del amor romántico que nos trae de cabeza. ¿Qué tal si ya somos naranjas enteras? Solamente desarrollando nuestra capacidad de autonomía y autoestima, podremos mantener una relación sana con otra persona sin cargar a nuestra pareja de expectativas y de la obligación de hacernos felices.  No existe una sola persona diseñada para completarnos de por vida, ni el hilo rojo del destino. Todas las parejas que pasan por nuestra vida son irrepetibles y únicas, con defectos y virtudes, que probablemente nos han ayudado a conocernos mejor a nosotras mismas. 

Recuerda: las relaciones románticas de películas no son reales, de hecho la mayoría tienen un punto tóxico, así que no te dejes influir por la ficción.