Desgraciadamente, la homofobia aún sigue presente en España y en el resto del mundo. Cabe recalcar que este país es uno de los más amables para el colectivo LGTBI, pero todavía hay muchos comportamientos discriminatorios y delitos de odio que no pueden considerarse puntuales. Hoy queremos tratar un tema muy delicado: la homofobia en las escuelas. No solo se da entre los profesores, tal y como refleja un informe de COGAM, sino que también es tristemente habitual entre el alumnado.

Homofobia en las escuelas

Ocurre con cierta frecuencia que algunos padres o administraciones discriminen a los profesores del colectivo. Hay muchos con una mentalidad muy obsoleta que aún lo consideran enfermizo o pervertido. Y piensan que estos docentes van a influir en sus hijos, adoctrinarlos en valores no heterosexuales, o «contagiarles» su dolencia. La estadística indica que, si bien ocurre en colegios de todo tipo, es mucho más frecuente en los privados y los concertados. Probablemente por el tipo de creencias de los padres que eligen estos centros.

Además, muchos de ellos son católicos, y ya sabemos que las religiones ostentan una ideología que no acepta demasiado bien la homosexualidad. En las páginas oficiales de la Iglesia, se anima que la educación de niños y jóvenes se ponga en manos de personas con vocación católica. Y los homosexuales, además de su condición, no tienen la misma idea acerca del matrimonio, así que quedan excluidos de muchas prácticas religiosas, como el bautizo, y otras actividades, como la educación. 

Acoso a alumnos LGTB

En cuanto al alumnado, según las encuestas, el 75% de los que pertenecen al colectivo LGTB, afirma sentirse víctima de homofobia, una cifra verdaderamente preocupante. Si tenemos en cuenta que 1/5 de la población joven española se califica como LGTB, el nivel de acoso escolar y discriminación se nos hace aún más alarmante. Falta todavía mucha educación y que los profesores aprendan a detectar situaciones de acoso y proteger a estos alumnos. Pero, a pesar de las buenas intenciones de algunos centros, propuestas como el pin parental, ponen una traba difícil de salvar. 

Una buena parte de la población no es consciente de este problema, y muchos opinan que esta clase de comportamientos estaban más que superados. Lo mismo piensan de las conductas machistas, lo cual es vivir en una burbuja. La realidad es que tanto la homofobia como el machismo están sufriendo un repunte muy alarmante entre las nuevas generaciones, echando por tierra muchos años de lucha y logros conseguidos. El auge de las ideologías de ultraderecha, el odio que se vuelca en las redes sociales y el individualismo neoliberal extremo de la actualidad, pueden tener algo que ver. 

¿Qué hacer para terminar con la homofobia en las escuelas y en todos los ámbitos? Seguir divulgando y educando, exigiendo leyes que protejan y no rindiéndose nunca aunque se pierdan algunas batallas.