¿Te ha pasado eso alguna vez? A mí sí. Una vez me encontré en una cita a mi ex. Era una cita a ciegas que me arreglaron unos amigos, y bueno, cuando llegué me llevé una sorpresa. Al principio no fue muy agradable, pero bueno… Sí, ese momento tan peculiar en el que el universo parece conspirar para hacerte sudar mucho y que se te pongan los pelos de punta.
Cita a ciegas: ese momento en el que le dices a tu ex «hola»
Ya te puedes imaginar la escena. Estaba yo en el lugar acordado, esperando a que llegara mi cita. Y de repente, escucho la voz de mi ex por detrás. «Hola, ¿eres Inma? Te llamas como mi ex«, y yo voy, me giro habiendo reconocido la voz y le digo «claro, es que soy tu ex«. Claro, la respuesta, «hola, ¿cómo estás?». Una gran sonrisa y las dos pensando que tenía que ser una broma del destino.
Ahí estás, frente a tu ex, intentando decidir si te lanzas a dar dos besos o si te decides por el clásico apretón de manos. Todo mientras tu mente se debate entre el «¿Cómo estás?» casual y el «¡Hace tiempo que no te veía!» un tanto incómodo. Es todo un arte. Pero ojo, que esto también les pasa a los heteros.
Comienza la cita con preguntas incómodas
Bueno, pues nada. Después del saludo, se sentó sin preguntar si me importaba y comenzó la ronda de preguntas incómodas y a veces ridículas. «¿Cómo estás, sigues sin pareja?» No, estoy en una cita porque ya tengo pareja y tengo otra… Hay que fastidiarse. Pero claro, intenté contenerme, así que tragué saliva para responder con cierta gracia y evitar demasiados detalles, sabiendo que no quieres volver a tener una relación con esta persona y tampoco ser desagradable.
La cita se convierte en una pista de patinaje emocional. Y es que el equilibrio entre la conversación con tu ex y lo que tú esperas puede ser un verdadero desafío. ¿Habrá alguna medalla de oro si lo consigo?
Se respiraba tensión en el ambiente
Pero en cierto modo era previsible, hasta normal diría yo. A ver, yo intentaba mantener la energía positiva, pero es que la situación era muy rara. Lo que intenté en ese momento fue en transformar toda esa incomodidad que yo sentía en una anécdota que luego pudiese contar a mis amigos, sobre todo, a los que me concertaron la cita. Después de todo, ¿qué probabilidad hay de tener una cita a ciegas con tu ex?
¿Y qué me dices del momento de la despedida?
Cierto es que si fue incómodo el encontrarnos, más incómodo fue el despedirnos. La verdad es que yo no sabía si dar un abrazo o simplemente, decir un «adiós» frío, rápido y sin mucha más historia. Bueno, yo pensé que hiciera lo que hiciera, quería hacerlo no solo con dignidad, sino también de una manera amigable, ya que no pensaba en volver a verla en toda mi vida. Al final me decidí por los dos besos típicos. Ya está.
Cuéntame, ¿te ha pasado a ti algo parecido?
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