Te lo digo con el corazón en la mano. No recuerdo la cantidad de cosas que me decían de pequeña que no hiciera porque eso eran «cosas de hombres». También te digo que eso es algo que no me ha importado en la vida. Si me gusta, lo hago, si no, pues no. Ya está. Tan simple como eso.
En un mundo donde a menudo se nos enseña a asociar ciertos intereses y actividades con géneros específicos, es importante recordar que la diversidad y la individualidad son elementos fundamentales de la experiencia humana. En este sentido, las preferencias y gustos de las personas, incluidas las lesbianas, van mucho más allá de las restricciones impuestas por las etiquetas de género. Vamos, que no existen las «cosas de hombres».
No hay «cosas de hombres»: la singularidad de la experiencia humana
Cada individuo, sin que importe absolutamente nada su orientación sexual, es una amalgama única de experiencias, influencias y personalidad. Esto se refleja en los intereses y pasatiempos que cada uno elige. Algunas personas pueden sentir afinidad por actividades tradicionalmente asociadas con su género, mientras que otras pueden preferir otras cosas que se consideran atípicas. Las lesbianas, como cualquier otro grupo, tienen gustos muy diferentes unas de otras que reflejan la complejidad de la experiencia humana. Porque no, no nos gusta a todas lo mismo.
Diferentes personas, diferentes intereses
No te sorprendas si digo esto. De lo que deberías sorprenderte es de que aún haya personas que piensen que todas las lesbianas somos iguales. Es fundamental reconocer que las preferencias de las lesbianas son tan diversas como las de cualquier otro grupo de personas. A mí, por ejemplo, me encanta el fútbol, el baloncesto, tocar con mi banda… y por ponerte un ejemplo muy cercano a mí, a mi señora esposa le encantan las series de Netflix y hacer macramé. ¿Significa eso que a mí me gustan las «cosas de hombres» y a mi mujer las «propias de su sexo»? Yo diría que no, es más, me parece una tontería como la Giralda de grande.
Hay que cargarse los estereotipos ya
Que sí, que ya están en la mente hace mucho tiempo y hacen mucho daño.
Ya sé que hablo todos los días de diversidad, pero es que la hay en todo. Hasta en los intereses de las personas, y es precisamente eso lo que ataca a los estereotipos de género que están tan profundamente arraigados en la sociedad. ¿Por qué? Pues porque no siguen las expectativas preconcebidas de lo que debería o no debería gustarnos. Simplemente, estamos reclamando el derecho a explorar nuestros gustos y a disfrutarlos sin que nadie juzgue por ello.
Lo importante no es si son «cosas de hombres», sino la autenticidad
Amén, hermanas. En todo este tema, lo que importa no es si una actividad o interés se considera «de hombre» o «de mujer», sino si la disfrutas mientras la llevas a cabo. Es parte de ti. La autenticidad es el verdadero motor que hay detrás de la felicidad y la realización personal de cada una de nosotras. Al abrazar quienes son y lo que aman, las lesbianas (y todas las personas) pueden vivir vidas más plenas y significativas.
No me canso de decir esto, ni me cansaré. No hay una única forma de ser lesbiana, hombre o mujer. Ni una manera correcta. Y si tratan de decírtelo, te están mintiendo. Tampoco hay «cosas de hombres» o «de mujeres». La verdadera riqueza de la experiencia humana está en la capacidad que tenemos para aceptar que el mundo está lleno de personas distintas, con sus personalidades diferentes y sus gustos y preferencias diferentes. En este sentido, las restricciones que nos impone el género nos impide explorar nuestros intereses de verdad, y así no podemos mejorar el mundo que nos rodea.
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