En realidad, hay cosas, cuestiones, que nos hacen entender mejor la sociedad en la que vivimos. Y bueno, a nosotras mismas. Quiero compartir una reflexión sobre la heterosexualidad obligatoria que nos imponen. No me da la gana de que me obliguen a no ser quien soy. Pues eso. 

La heterosexualidad como norma impuesta

Desde que recuerdo, siempre he escuchado en la tele y por boca de personas que conozco cómo debería comportarme: vestirme con ropa “femenina” y buscarme un buen novio. Ya. Pues resulta que yo prefiero ir en vaqueros y camiseta. Y de novios ya ni hablamos. 

Resulta que la heterosexualidad es lo único que vale, y eso es algo que no se puede cuestionar. Pero la cosa es que tú y yo sabemos que eso no es así. 

Quiero que te imagines un mundo en el que nadie te dijera que te tienes que enamorar de un buen hombre. ¿Cómo sería la vida, cómo te relacionarías con los demás? Hazlo, me parece un buen ejercicio. 

Si lo miramos desde una perspectiva lésbica, seguro que estás de acuerdo en que esta norma queda cuestionada. Invita a preguntarse por qué damos por hecho que la heterosexualidad es la única forma de amor que vale. 

Hay que repensar el concepto de género

Es evidente que si nos cuestionamos esta heterosexualidad obligatoria, tenemos que pensar también en el concepto de género. ¿Qué significa ser mujer u hombre? Pero de verdad. ¿Es algo que no se puede cambiar, o en realidad es una construcción social que se puede redefinir? Desde la perspectiva lésbica, el género es algo mucho más fluido y complicado. No son solo características biológicas, sino un sentimiento, una forma de expresarnos y de relacionarnos con los demás. Así de simple. 

Cuestionar esto nos libera

Poner en duda cualquier cosa es un ejercicio de autocrítica. Y cuestionar el concepto al uso de género puede ser tremendamente liberador. Esto permite explorar la identidad propia y los deseos sin que estemos limitadas por las normas sociales. 

Es más, para muchas lesbianas esto es fundamental para descubrir quienes son en realidad y aceptarse a sí mismas. 

¿Esto tiene algún impacto social? 

Claro. Afecta a toda la sociedad, no solo a ti. Obliga a repensar cómo son las instituciones que tenemos, las leyes y las normas sociales. 

Te pongo un ejemplo. ¿Cómo cambia la percepción del matrimonio cuando cuestionas la heterosexualidad obligatoria? ¿Y a la idea de familia y crianza de tus hijos? Ahí lo tienes. 

¿Y la reflexión que te prometí? 

Bueno, ya me conoces y sabes que le doy mucho al coco sobre estos temas. Lo que pienso es que esto puede ser duro, pero también muy positivo. Es abrir los ojos a una nueva realidad y entender la diversidad

La primera vez que me topé con esto me confundió, incluso me asustó un poco, pero luego dije “oye, esta forma de verlo me gusta. Sí, es verdad que se ha avanzado mucho en el reconocimiento y aceptación de la diversidad de género y sexual, pero ni de lejos está todo hecho. Verlo desde esta perspectiva es importante para poder seguir cuestionando lo establecido y hacer una sociedad mejor. 

Lo que te quiero decir es que cuestionar esta heterosexualidad obligatoria y el género ayuda a replantearnos quiénes somos y nos hace más libres. ¿No crees?