Hoy te voy a hablar de algo que no tiene que ver puramente con las lesbianas, pero sí con la Navidad. Seguro que tú también pones en casa el árbol de Navidad, y yo te voy a contar hoy de dónde viene esa tradición.
¿De dónde viene la tradición del árbol de Navidad?
La tradición tiene sus raíces en prácticas paganas que celebraban el solsticio de invierno. En el siglo VIII, un misionero llamado Bonifacio llegó a Alemania y, al ver a los paganos adorando un roble, decidió talarlo para convertirlos al cristianismo. Lo sustituyó por un abeto, que se convirtió en símbolo de vida eterna.
El abeto representaba la vida en medio del invierno. Un árbol siempre verde que desafiaba el frío y la oscuridad, convirtiéndose en el nuevo protagonista de las festividades invernales.
Lutero y las luces
Fue Martín Lutero quien hizo popular la costumbre de adornar el árbol de Navidad con velas. Según cuenta la tradición, se le ocurrió una noche al ver las estrellas brillando a través de las ramas.
Las primeras velas se ponían con mucho cuidado para crear un efecto luminoso y transformar el árbol en algo mágico.
La llegada del árbol de Navidad a España
El árbol llegó a España en el siglo XIX de la mano de Sofía Troubetzkoy, una princesa rusa que se casó con un noble español. Cuando llegó a Madrid, fue una revolución en las costumbres.
Toda la aristocracia de España empezó a usarlo, y de ahí, las familias más adineradas. Todos los salones estaban decorados con abetos europeos.
Cómo ha evolucionado la tradición
Poco a poco, el árbol de Navidad se ha ido transformando. De las velas y las frutas secas, hemos pasado a las luces LED y los adornos de diseño. Cada generación le ha dado su toque propio. En los 50 se veían los primeros árboles de plástico, en los 80 los colores estridentes en los adornos y hoy en día, cada uno lo personaliza como le da la gana.
Mucho más que pura decoración
En realidad, el árbol de Navidad es algo muy familiar. Es el centro de todas las reuniones, testigo de risas y charlas. Es mucho más que algo decorativo.
En cada casa cuenta una historia diferente y lo decoran de forma distinta, y eso es lo maravilloso.
Para mí es un elemento imprescindible cada Navidad en mi casa, y está presente en culturas muy distintas. No importa lo grande o lo pequeña que sea una casa, siempre hay un árbol de Navidad. Y es que cada árbol es único, tan único y diferente como la familia que lo decora y lo celebra. Es sinónimo de tradición y renovación, de recuerdos de los que ya no están con nosotros y de futuro, de esperanza. Es algo que nos recuerda que, a pesar de todo, se pueden compartir muchos momentos de alegría.
Así que, a 15 días de la Navidad, a mí solo me queda desearte de corazón que tengas la mejor de las Navidades.
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