¿Quién no ha metido la pata hasta el fondo intentando hacer algo bien? Por suerte, en mi caso, siempre ha quedado la cosa en anécdotas que luego recuerdo y de las que me río. Seguro que a ti te ha pasado lo mismo un montón de veces, y quiero que me las cuentes en los comentarios. Pero ahora, te voy a contar algunas de estas anécdotas que todavía me hacen reír

Cuando la ayuda es demasiado entusiasta: anécdotas divertidas

Hace unos meses, estaba en casa de una amiga hetero y estábamos charlando sobre series de televisión. Mi amiga, muy fan de la causa LGTBQ, hizo una lista de todas las series que conocía, y también de las películas, aunque sospecho que por cómo hablaba no conocía ni la mitad. Bueno, la cosa es que la lista era enorme, y sí, todas tenían protagonistas lesbianas. Pero luego me di cuenta de que se estaba inventando un montón de ellos. Al final me lo admitió y acabamos riéndonos durante horas. 

Ay, los pronombres… ¡Qué peligro tienen!

Otra de las anécdotas que hoy te quiero contar tiene que ver con un antiguo compañero de trabajo que tuve. Este muchacho era muy empático, y siempre trataba de demostrar que apoyaba la causa. Bueno, que un día, hablando de mi pareja, no dijo ella, sino él. ¡Me miró y se disculpó al menos diez veces! A ver, que a mi no me molestó, me reí. Pero aún así, él trató de excusarse, y todos nos reímos mucho. Eso sí, este hombre aprendió que para una mujer que se siente como tal debe usar el pronombre «ella». 

Un regalo que no fue lo esperado al final: anécdotas

Hace ya tiempo, un amigo mío me llamó un día para preguntarme qué le podía regalar a una amiga común que es lesbiana. Yo le propuse, ya que sé que a Isa le interesan mucho estos temas, un libro sobre la historia del movimiento LGTB. Hasta ahí, todo perfecto. Le encantó la idea y fue a buscarlo. Cuando llegó el momento de dárselo y ella desenvolvió su regalo, se encontró con un libro sobre cómo mejorar las relaciones entre heteros. La verdad es que fue un momento incómodo por un momento, pero bueno, los dos se lo tomaron con humor. Hasta fueron juntos a cambiarlo para que él no volviese a equivocarse. 

El Orgullo hasta su extremo máximo

Creo que tengo los mejores amigos del mundo heteros. La cosa es que un día una amiga quiso celebrar una fiesta del Orgullo en su casa para demostrarnos a las amigas lesbianas que nos apoya mucho. Creo que se entusiasmó demasiado y lo decoró todo con el arcoiris. Y cuando digo todo, es todo. Bebida, comida, vasos, platos, la tele… hasta la pared. Imagínate el panorama cuando llegamos. Eso sí, nos dio un montón de meses de risas. 

Sí, todo el mundo puede meter la pata aunque su intención sea buena. ¿Qué anécdotas tienes tú que contar?