Vale, todas lo sabemos: una quedada con amigas lesbianas no es una simple reunión, es una experiencia emocional. Si alguna vez has ido a una, sabrás que empiezan siendo algo inocente tipo “Vamos a tomar algo y charlar”, pero terminan siendo un análisis profundo de tus traumas, tus relaciones pasadas y, de paso, los traumas y relaciones pasadas de las demás. Vamos, que te sientes más en una sesión de terapia de grupo que en una terraza con cerveza en mano.
La entrada triunfal con tus amigas
La cosa empieza normal. Llegas, te pides una caña y alguien suelta: “¿Y tú qué tal? ¿Cómo te va?”
Y claro, como buena lesbiana, no dices un simple “Bien, gracias”. No, no. Te arrancas con un monólogo que empieza con: “Bueno, la verdad es que estoy bien, pero…” Ese “pero” es la llave mágica que abre la caja de Pandora de tus problemas emocionales. De repente, la mesa se convierte en una especie de consultorio improvisado, donde tus amigas (que no son psicólogas, pero actúan como si lo fueran) empiezan a analizarlo todo con una profundidad que ni Freud.
El momento “dame contexto”
En estas reuniones, siempre hay una que se pierde un poco y pregunta: «¿Pero esa es la del corte bob o la que tenía un perro?”
Porque claro, ya nos conocemos todas las historias, pero a veces las mezclamos. Es normal: con tantas exnovias, flechazos y líos, necesitamos un mapa mental tipo Juego de Tronos para aclararnos.
Una vez identificada la protagonista de la historia, el análisis sigue: “¿Y tú crees que el mensaje que te dejó anoche es un cierre emocional o una puerta abierta?” ¿Una puerta abierta? Es una quedada con amigas, pero somos más intensas que un curso de filosofía.
El club del drama
Si hay algo que no falta, es drama. Siempre hay alguna que está “bien, pero fatal” porque su ex ha vuelto a aparecer en su vida, o porque la chica que le gusta sigue subiendo stories con “una amiga” que claramente no es solo eso. Y todas sacamos el doctorado en relaciones tóxicas para analizarlo: “Tía, pero si está con esa es porque no te supera. Se nota.” “¿Has visto si sigue dándole like a tus fotos? Eso lo dice todo.”
¡Ojo! Que las opiniones son gratuitas, pero contundentes. Nadie se corta un pelo.
Pañuelos, abrazos y risas
Tras desmenuzar el corazón de una, siempre llega el turno de la siguiente. Aquí no se salva ni la que juró “Yo solo vengo a pasar el rato”. Pero al final, entre risas, alguna lágrima y frases tipo “Te lo digo porque te quiero”, todo se transforma en un momentazo terapéutico de grupo.
El cierre filosófico
Cuando el bar está a punto de cerrar, alguien suelta: “Bueno, al final lo importante es querernos a nosotras mismas, ¿no?” Y todas brindamos con lo que quede en los vasos, como si hubiéramos encontrado el sentido de la vida.
Eso sí, una cosa está clara: después de una quedada así, no necesitas terapia. ¡Ya la has tenido gratis y con muchas cervezas!
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