Olalla atraviesa la puerta de la entrada y la recepcionista la saluda casi sin mirar. Atraviesa el pasillo en dirección a su despacho mientras se cruza con algunos compañeros que bajan la vista a su paso. Introduce la llave en la cerradura de su oficina y entra. De repente suena el teléfono.
-¿Olalla?
Es Rosa Martínez, la secretaria del jefe de personal, la que hace esta pregunta a través del auricular y entonces ella responde con un sí escueto y aguarda sus próximas palabras.
-Toni Fernández te espera en su despacho.
Olalla ya imagina lo que viene después. Cuelga el teléfono y piensa en la escena que va a tener que vivir en los próximos minutos. Sabe que tendrá que encontrarse con ese tipo que lleva corbata hasta en agosto, engominado, lleno de cinismo, un personaje sin escrúpulos y estúpido. Respira hondo. Tiene la certeza de que está a punto de asistir a sus últimos días o quizás horas en la empresa en la que ha trabajado durante los últimos quince años de su vida. Sabe que él esgrimirá un motivo que no tendrá fundamento y una disculpa que intentará sonar sincera. Luego hará como que mira unos papeles y dejará caer un adiós que terminará de un plumazo con todos esos años de trabajo. Entonces, ella se irá y al día siguiente llegará alguien más joven que tendrá que desempeñar ese puesto por la mitad del sueldo. El mismo protocolo que se ha estado repitiendo en los últimos meses y que ella ya intuía que algún día viviría.
Olalla recorre el pasillo que une su despacho con el del jefe de personal y se prepara para todo ello, pero cuando se encuentra frente a él y se choca con esa realidad se derrumba sin remedio.
-Joder Olalla, no llores.
-¿Joder Olalla no llores? ¿Qué coño quieres que haga?
– Te vamos a pagar una pasta con la que puedes vivir de puta madre al menos tres años. Ya verás como encontrarás algo pronto y encima con lo que te habremos dado, podrás comprarte algo en la zona de la costa ésa que tanto te gusta.
-Pero oye, tú ¿de qué vas? A ver si al final aún tendré que daros las gracias por despedirme. ¿Eso es lo que me quieres decir?
-Mujer…
-¿Qué?-pregunta Olalla.
-¿No empezabas las vacaciones en unos días?… Descansa. Pásalo bien. Sabes que lo siento de veras y que si puedo te ayudaré.
-Todo un detalle por vuestra parte despedirme antes de las vacaciones…. Voy a disfrutarlas… que te cagas.
– Lo siento. Es esta mierda de crisis.
-Claro. Es esta crisis que sirve como excusa incluso para las empresas que tienen beneficios… como ésta, ¿no?- dice Olalla.
-No creas que todo va tan bien.
-Pero bueno, ¿cómo tienes tanto morro? ¿Tú sabes que estoy en administración, no?
-Créeme. La inversión en la zona centro ha sido un desastre.
-Si tú lo dices…De todos modos… ¿qué importa ya?-responde Olalla.
-En fin… Así son las cosas…Hablemos de tus vacaciones. ¿Dónde piensas ir?
-¿Y qué más da? No sé… ya no si me apetece ir de vacaciones.
-Pues deberías irte…Olalla, de verdad, no te lo tomes así, ahora estás disgustada, pero en unos días verás como tengo razón y entonces te darás cuenta de que las vacaciones te van a ir bien. Además, estoy seguro de que cuando vuelvas no tardarás en encontrar algo.
– Lo tengo difícil. Tengo casi 40 años así es que lo tengo un poco jodido.
– Eres buena en lo tuyo, seguro que algo encontrarás.
-Yo no lo tengo tan claro.
-Si me entero de algo, te lo digo.
-Claro. Llámame-dice ella con un tono irónico.
-Créeme que lo siento.
-Oye Toni, de verdad… ¿por qué no me dejas en paz?
Olalla sale del despacho del jefe de personal y se refugia en el lavabo. Entonces su móvil suena en el bolsillo derecho de su pantalón. Observa la pantalla y lee la palabra iluminada que aparece: MAMÁ.
-Dime mamá.
Pero ella sólo escucha sollozos al otro lado del auricular.
-¿Mamá, qué te pasa?-pregunta Olalla.
-Ay hija, tengo una mala noticia que darte.
-¿Qué ha pasado?
-La tía Lola.
-¿Qué le pasa a la tía?
-Lola ha muerto.
Y entonces Olalla rompe a llorar.
-¿Qué? Pero si hablé con ella el lunes pasado… Le dije que iríamos a verla, tal y como nos había pedido…le comenté que ya habíamos quedado con la tía Rosa. Estaba bien…
-Pues ya ves. Nos hemos quedado sin saber qué quería decirnos.
-¿Qué ha pasado?-pregunta Olalla entre llantos.
-No lo sé. La señora de la limpieza ha ido hoy a la casa y se la ha encontrado muerta en el recibidor.
Olalla continúa llorando y escuchando a su madre que habla casi a trompicones, entre lamentos.
-Aún no sé nada del entierro…Le tienen que hacer la autopsia… Yo salgo ahora mismo hacia allí… Cuando sepa algo te llamo para que te organices.
-Me lo puedo organizar perfectamente. Incluso te voy a acompañar ahora mismo.
-Hija, tal y como están las cosas en tu empresa… ¿No tendrás problemas?
-No, ya no. Me han despedido.
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(Continuará)
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