El feminismo animalista es un fenómeno mundial del que incluso el sector político se está haciendo eco. Por poner un ejemplo, la senadora mexicana Jesusa Rodríguez declaraba públicamente la importancia de designar los mismos derechos a las mujeres que al resto de hembras de otras especies. Decía que la igualdad femenina es algo que debe aplicarse a cerdas, yeguas, vacas, ovejas. 

Feminismo animalista, una misma lucha

Y es que el sexismo y el especismo son conductas discriminatorias muy graves que en muchos casos van de la mano.  No hay más que pararse un rato en la puerta de una plaza de toros y atender a las conversaciones y actitudes de los señores que asisten a este tipo de espectáculos. 

El especismo es la idea de que los animales, solo por el hecho de ser de otra especie, son inferiores a los humanos. Se presupone que sus necesidades e intereses no son los mismos que los nuestros y desde ese punto de vista, se les niega el derecho a una vida digna. A partir de ahí se fundamente la convicción de que los animales pertenecen a los humanos, que sus vidas valen menos, o nada, así que podemos utilizarlos para nuestros fines “más elevados”. Exactamente igual que ocurre con el racismo o el sexismo. 

El feminismo animalista se inspira en el concepto de interseccionalidad que también incluye a lucha antirracista. Es un término que acuñó Kimberly Crenshaw, de quien ya hablamos en este artículo. ¿Cuáles son los argumentos para secundar la interseccionalidad? El más sencillo: todas las vidas importan y todos somos iguales en cuanto a nuestra capacidad de sentir, huir del dolor y buscar el bienestar. 

El uso de nuestros cuerpos

En un periódico de 1845 se publicaba un anuncio que hacía referencia a una esclava: “se vende, parida recientemente y con abundante leche”. Con este ejemplo vemos que la explotación de las mujeres se desarrolla de forma paralela a la de los animales. Aunque la esclavitud (la legal) ha sido abolida, podemos ver una situación similar actual en la problemática de los vientres de alquiler que afecta a mujeres de clase social muy pobre. Las vacas son embarazadas continuamente mediante inseminación artificial y mientras su “abundante leche” es extraída para su venta, su vástago le es arrebatado inmediatamente para llevarlo al matadero. La similitud es clara. 

Otro documento del mismo año describe una situación en la que un hombre blanco, después de trabajar durante años y ahorrar algo de dinero, compra a una mujer negra y para sacarle rendimiento a la inversión, alquila a un esclavo negro y los encierra a ambos en una habitación con el propósito de que se “apareen”. La mujer tuvo gemelos con lo que su propietario quedó satisfecho. ¿No recuerda demasiado a la cría de perros? 

El especismo y el sexismo son ambas formas de discriminación injustificables. Ambos se vinculan a patrones de dominación y jerarquía muy similares. Es por esto que muchas mujeres, a la vez que reivindicamos nuestra propia emancipación, también rechazamos el participar en la discriminación de otras hembras. La solidaridad de esta lucha, nos debe incluir a todas, ¿no crees?