Vamos, mis chicas. Es un buen día para ponernos el mono y el casco. Y es que si eres lesbiana, tienes que trabajar con un soplete o apagando fuegos. Como si una no pudiera ser lesbiana y tener unas uñas maravillosas y dar clase de literatura. Venga ya…
El taller es donde las lesbianas arreglamos coches y estereotipos
Échale imaginación: llegas a un taller y todo el mundo es bollo, con los brazos llenos de tatuajes y con grasa hasta las cejas. Resulta que la realidad es un poquito diferente. Claro que hay lesbianas que trabajan la mecánica, pero también somos muchas las que no distinguimos un carburador de una batidora, y esto no nos quita nada de nuestro lesbianismo. No va en el contrato.
Agente, ¿me pone una multa o me invita a cenar mejor?
Otra profesión que parece que nos han adjudicado por decreto ley es la de poli. Mola llevar placa y pistola, pero oye, que también hay lesbianas que prefieren llevar un bolígrafo y una libreta. Que lo de «proteger y servir» está muy bien, pero algunas preferimos proteger a la gente de la mala ortografía o servir un gin-tonic bien hecho.
Formamos la brigada del fuego y del drama
Y qué decimos de las bomberas. El hecho de subir por una escalera con todo el equipo tiene su punto, pero algunas preferimos los dramas en un escenario que en un edificio en llamas. Hay lesbianas actrices, ¿sabéis? Y no, no todas hacen de policías o bomberas en las películas.
El estetoscopio rosa: cuando curar no entiende de géneros
Pero ojo, que también nos hemos metido de lleno en el mundo sanitario. Somos muchas las lesbianas enfermeras, médicas, y hasta dentistas. Debes saber que lo de tener mano para las mujeres no solo se aplica al sentido romántico, también vale para poner una vía o hacer una endodoncia.
Abogadas lesbianas que defienden más que derechos con su maletín arcoíris
Y en los juzgados, ni te cuento. Puedes ver lesbianas con toga que lo mismo te defienden en un juicio que te invitan a una manifestación del Orgullo. Sin duda, lo de luchar por los derechos lo llevamos en la sangre, sea con un micrófono en la calle o con un alegato en la sala.
La brocha y el pincel: artistas que pintan fuera de los márgenes
Y el mundo del arte es harina de otro costal. ¿Cuántas lesbianas pintoras, escultoras, y hasta poetisas hay? La respuesta es fácil, un montón. Pero un montón. Lo de expresarnos libremente no solo lo hacemos en la cama, también en un lienzo o en un papel.
Lo que te quiero decir con todo esto es que ser lesbiana no es una profesión, es una orientación sexual. Que lo mismo puedes encontrarte a una lesbiana cambiándote el aceite del coche que dándote clase de filosofía. Los estereotipos están muy bien para las películas malas, pero en la vida real, las lesbianas estamos en todas partes y podemos hacer todos los trabajos.
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