Si no sigues el fútbol femenino, que deberías porque es una auténtica pasada, entonces no te sonará de nada el nombre de Megan Rapinoe. Y entonces es cuando te tengo que contar quién es.
Ni más ni menos, Megan Rapinoe, es la capitana de la selección femenina de fútbol de Estados Unidos y abiertamente lesbiana. No solamente es un icono del fútbol lésbico, sino que ha sido nombrada por la famosa e importantísima revista Sports Illustrated como la Deportista del Año del 2019 en Estados Unidos por sus contribuciones al mundo del fútbol femenino.
Sports Illustrated reconoce los méritos de Megan Rapinoe
Bueno, para ser precisas, hay que decir que Megan Rapinoe no es la capitana, sino que comparte este cargo con otra jugadora, pero sí es verdad que fue la jugadora que tuvo el papel más relevante en la conquista de la Copa Mundial de Fútbol Femenino en su última edición, que se celebró en Francia.
Esta joven de carácter extrovertido y poco convencional, desde sus inicios en el mundo del fútbol ha ido escalando posiciones hasta convertirse en icono nacional. Es por eso que el Presidente de ese país, el tan amigo de homosexuales Donald Trump, fue el primero en escribirle y felicitarle por el reconocimiento conseguido. En una breve conversación le dijo que estaba orgulloso de contar con deportistas que lleven el nombre de Estados Unidos por todo el mundo.
Sea como sea, hoy en día Megan Rapinoe es la cuarta mujer que se alza con el título de Deportista del Año de Sports Illustrated desde que la publicación deportiva otorga ese galardón. La antigüedad del mismo se remonta 66 años atrás.
Megan Rapinoe, no solo futbolista de élite sino también activista político
Esta futbolista norteamericana ha demostrado su conciencia política en innumerables ocasiones. Un ejemplo es cuando se arrodilló mientras sonaba el himno de su país para solidarizarse con Colin Kaepernick en 2016, un jugador de la NFL que sufrió discriminación por no estar de acuerdo con la política de Trump.
Megan Rapinoe repitió el gesto del compañero, lo que le valió estar sentada en el banquillo durante varios partidos como sanción por parte del combinado nacional.
La futbolista afirma que lejos de sentirse más apesadumbrada, tras ese suceso se sintió mejor y más motivada que nunca para jugar, lo que le llevó a rendir mucho más.
Un hecho curioso es que justamente antes de ganar el Mundial de Fútbol Femenino ella dijo que el equipo nacional nunca iría a la Casa Blanca a rendir pleitesía a su Presidente, y así fue.
Su conciencia política le ha llevado a afirmar taxativamente que su proyección internacional puede ser una gran herramienta para poner su grano de arena para cambiar algunas cosas que necesitan ser cambiadas.
En el momento de recoger el Trofeo a la Mejor Jugadora del Mundial Femenino realizó una feroz crítica hacia la homofobia descarada que afectaba a su equipo y a todos los equipos del mundo y que se reflejaba en el terreno de juego.
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