Sin lugar a dudas, esa es la pregunta del millón, la que parece surgir de la nada en las reuniones familiares, cenas con amigos o incluso en charlas con desconocidos. «¿Quién es el hombre en la relación?» es una de esas preguntas que, aunque pueda parecer inofensiva o incluso curiosa, dice mucho sobre cómo se perciben las relaciones fuera del marco heteronormativo.
¿Quién es el hombre? El mito del rol masculino
Primero, hay que entender de dónde viene esta pregunta. En una sociedad acostumbrada a pensar en términos binarios y tradicionales, muchas personas asumen que todas las relaciones deben tener un «hombre» y una «mujer», roles bien definidos y casi inamovibles. Pero en el mundo de las relaciones lésbicas (y queer en general), estos roles no solo son innecesarios, sino que también son limitantes.
Imaginemos por un momento que estamos en una relación de lesbianas. ¿Quién se encarga de cambiar la bombilla? ¿Quién abre el frasco de pepinillos? ¿Y quién mata a las arañas? Spoiler: ¡La respuesta puede ser cualquiera! En una relación basada en el amor y el respeto mutuo, las tareas y roles no se asignan por género, sino por habilidades, preferencias o simplemente porque toca hacerlo.
El poder de la diversidad
La belleza de las relaciones entre mujeres radica precisamente en su gran diversidad. No hay un manual que diga quién debe hacer qué. Cada pareja crea sus propias reglas y dinámicas basadas en lo que mejor les funciona. Algunas parejas pueden tener una persona más dominante o más protectora, pero eso no tiene nada que ver con ser «el hombre» o «la mujer». Es simplemente ser uno mismo.
Además, esta pregunta ignora la riqueza emocional y la profundidad de las relaciones queer. Reduce todo a un simple binario cuando, en realidad, las relaciones son mucho más complejas y ricas. Es como preguntar «¿Quién es el cocinero?» cuando ambos están haciendo juntos una deliciosa cena.
Respuestas creativas
Ahora bien, cuando alguien te lanza esta pregunta, tienes varias opciones para responder. Puedes optar por la vía educativa y explicar pacientemente por qué esa pregunta no tiene sentido. O puedes elegir el camino del humor:
- «¡Somos dos mujeres! Si quisiéramos un hombre, estaríamos saliendo con uno.»
- «El hombre es nuestro gato… aunque él no paga el alquiler.»
- «Hoy soy yo porque me tocó sacar la basura.»
De verdad pienso que lo importante es recordar que cada relación es única y especial a su manera. Las etiquetas y los roles tradicionales pueden ser útiles para algunos, pero no son necesarios para todos. Lo esencial es encontrar lo que funciona para ti y tu pareja, sin importar lo que digan los demás.
Rompiendo estereotipos
Esta pregunta refleja una necesidad social ciega de adjudicar roles más sumisos a la persona considerada como «más femenina» y más dominante a la persona «más masculina», tendiendo a jerarquizar las relaciones. Pero la realidad es mucho más diversa y fluida. En las relaciones lésbicas, como en cualquier otra, los roles pueden ser intercambiables, flexibles o simplemente inexistentes. No se trata de quién es «el hombre» o «la mujer», sino de cómo dos personas construyen juntas una relación basada en el amor, el respeto y la complicidad.
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