Si te digo la verdad, me he preguntado más de una vez y de dos porqué nos llaman bolleras. Lo cierto es la palabrita tiene su historia, y como buena historia, tiene algo de humor y cosas que no te esperas. 

Y hoy, si te quedas, te lo voy a contar. ¿Te apetece conocerlo?

Del horno a la cama: un viaje culinario-lésbico al que no te podrás resistir

Si tiras de imaginación, te puedes ver amasando un bollo en la cocina y que de repente, lo ves y piensas que la forma es parecida a, bueno, ya sabes… 

Resulta que la teoría más extendida es que «bollera» viene de «bollo», que en muchos lugares es como se le llama cariñosamente a la vulva.

De tortillas y arepas: un festín internacional

Pero ojo, que no solo en España nos relacionan con la comida. En Latinoamérica tenemos todo un menú de apodos: tortilleras en México, en Venezuela somos areperas,y en Colombia nos llaman cachaperas… ¡Parece que nos ven como un bufet libre!

La explicación es similar: se asocia la forma de hacer estos alimentos con nuestras prácticas sexuales. Vamos, que según esta lógica, cuando hacemos el amor estamos básicamente cocinando. ¡Ya decía yo que siempre salimos con hambre después!

Boyeras: cuando el campo se vuelve sexy

Ahora bien, hay otra teoría que nos lleva de la cocina al campo. Resulta que «bollera» podría venir de «boyera», que eran unas sacerdotisas que conducían carros tirados por bueyes. Estas chicas organizaban unas fiestas solo para mujeres donde, según dicen, se montaban unas orgías de escándalo con las que se aseguraban la fertilidad de los campos.

Del insulto al orgullo: reclamamos la palabra

Lo más bonito de todo esto es cómo hemos cogido una palabra que se usaba para insultarnos y la hemos convertido en nuestra bandera. Ahora somos nosotras las que decimos con orgullo: «Sí, somos bolleras, ¿algún problema?». Y si alguien se ofende, pues que arree…

Es importante destacar que, aunque la Real Academia Española aún clasifica «bollera» como un término despectivo y vulgar, su uso dentro de la comunidad lésbica ha evolucionado. Muchas mujeres lo usan de forma afectuosa y como una forma de empoderamiento, similar a cómo los hombres gay han reclamado la palabra “maricón».

El término “bollera” tiene un impacto 

Mira, la verdad es que esto de llamarnos «bolleras» ha dado para mucho. Por un lado, nos ha puesto en el mapa, ya no somos las invisibles de siempre. Y no te creas, que hasta nos ha servido para reírnos y quitarle hierro al asunto. Porque si nos tomáramos en serio cada cosa que nos dicen… 

Es como si les hubiéramos dicho: «¿Pensabais acaso que nos ibais a hundir con esto? Pues ahora es nuestro escudo». Y ojo, que esto ha dado para debates de los gordos sobre cómo usamos las palabras y cómo pueden cambiar de significado.

Yo creo que en realidad, es un buen resumen de nuestra historia: empezó fatal, pero hemos sido capaces de darle a todo eso la vuelta. De insulto a grito de guerra, así somos las bolleras.