Mira, ser lesbiana no es solo decir «me gustan las mujeres» y ya está. Es todo un viaje, te lo juro.
El despertar de la lesbiana
Para muchas, es como si de repente se encendiera una luz. Recuerdo a mi amiga Laura, que me contaba: «Tía, fue ver a Kristen Stewart en ‘Crepúsculo’ y ¡boom! Todo cobró sentido». Y no es broma. A veces es una película, otras veces es esa compañera de clase que te mola y no te habías dado cuenta antes.
La montaña rusa emocional
Uff, y luego viene el proceso de aceptación. Algunas lo llevan como campeonas desde el principio, pero para otras es como una montaña rusa emocional. Tienes días en los que te sientes la más feliz del mundo y otros en los que te preguntas: «¿Y ahora qué?».
Encontrar tu lugar
Lo mejor de todo es cuando encuentras a tu gente. Ese momento en el que entras a un bar de lesbianas por primera vez y piensas: «Vale, aquí puedo ser yo misma». Es liberador, te lo aseguro.
Lesbiana o queer : Rompiendo moldes a diestro y siniestro
Ahora bien, el rollo queer es otro cantar. Es como decir: «Las etiquetas me quedan pequeñas, quiero algo más”.
La rebeldía hecha identidad
Ser queer es como ir a una fiesta de disfraces y decidir que vas a ir vestida de ti misma. Es rebelarse contra las normas, pero no por llevar la contraria, sino porque sientes que ninguna etiqueta te define del todo.
El poder de la ambigüedad
Tengo una amiga, Sam, que siempre dice: «Cuando me preguntan si soy chico o chica, les digo que soy una experiencia». Y es que ser queer te da esa libertad de jugar con las expectativas de la gente.
Lo genial de identificarse como queer es que es como tener un pase VIP para toda la comunidad. Un día estás en una manifestación de lesbianas, al siguiente en una fiesta drag. Es como tener el mejor de los mundos.
Cuando las etiquetas se encuentran
Y aquí es donde la cosa se pone interesante. Porque, ¿sabes qué? Muchas veces estas etiquetas se mezclan y se confunden.
He visto discusiones sobre si se puede ser lesbiana y queer a la vez. Algunas dicen que sí, otras que no.
Cambiando con los tiempos
Es curioso ver cómo estas etiquetas van evolucionando. Mi tía, que tiene 50 y pico, me decía el otro día: «En mis tiempos, o eras lesbiana o no eras nada». Y ahora míranos, con un abanico de posibilidades que ni te cuento.
No importa si eres más lesbiana que un festival de Indigo Girls o más queer que una temporada de The L Word, lo importante es que te sientas a gusto contigo misma. Porque la vida es demasiado corta para pasarla intentando encajar en etiquetas que no te van.
Y recuerda, sea cual sea la etiqueta con la que te identifiques (o si prefieres no usar ninguna), lo importante es que seas feliz y auténtica. Eso, y tener siempre a mano una buena playlist de Hayley Kiyoko, por si acaso.
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